miércoles, 13 de enero de 2016

DEMOLERAN EL HOTEL DE LOS BAÑOS/ NOTICIA E HISTORIA/ Adolfo Aristeguieta Gramcko


 Un día de Enero caminaba, como de costumbre, por el malecón de Puerto Cabello, ahorita es un gran planchón de cemento, con la Fuente de la Sirena en algún punto, y en otro punto el Monumento a la descentralización, unos postes e iluminación y unos bancos. El extremo de un paisaje de estilo minimalista, por definirlo de alguna manera. No queda de otra que mirar más al mar, el horizonte, el ocaso. Estaba mirando la entrada al Puerto de Puerto Cabello y recordaba que alguna vez existió allí el Famoso Hotel los Baños, que justamente, en un mes de enero se daba la noticia, en los inicios de la década de los 70 del siglo pasado, de la próxima demolición del Hotel de Los Baños.
En un giro de la historia me encuentro enfrente del Hotel de Los Baños, la  gente aún no sale del asombro de la noticia dada en un periódico local, próximamente demolerán el Hotel los Baños, y expresaban múltiples opiniones, desde punto de vista diversos : políticos, culturales, históricos, progresistas, entre otros, pero todos estaban asombrados. Di un brinco a la plaza Flores y comencé a indagar internamente: ¿Qué historias tendrá este famoso Hotel de Los baños?, de repente, alguien se me acerca y me dice
-¿Quiere que le cuente algo del Hotel de Los Baños?
-¡Susto!, ¿De dónde salió usted?, ¿Cómo sabe lo que estoy pensando?
- No lo sé, lo deduzco, por su cara. Soy Adolfo Aristeguieta Gramcko, después me presentaré mejor, pero tengo una historia que contar del Famoso Hotel de los Baños.
-Bueno cuénteme, mi nombre no importa, soy un porteño que escucha, sentémonos eso sí en unas de estas bancas.
- Dentro de la gama de Hoteles que ha tenido la Ciudad de Puerto Cabello  “el Hotel de Los Baños merece comentario especial. Por estar frente al mar y la Plaza Flores, con sus barcos y brisa de palmeras, chocolates Nestlé, galletitas Nabisco, Kola Bernotti y alguno que otro helado de Fresa. El olor a su entrada era el típico de una botillería catalana de alto rango por el bouquet de sus licores.
- Que estilacho, que fashión, que éxito, como diríamos ahora- interrumpí
Fue construido sobre las bases de lo que había sido una fortaleza hispana llamada El Corito, que situada en oposición al castillo de San Felipe defendía bien la entrada al puerto de barcos invasores. De allí partía extensa línea costera bien artillada, conocida como La Muralla, y terminando en el fortín de La Princesa, extremo Oeste del canal entre Puente Dentro y Fuera.
-Histórico, desde sus bases e inicios, que hermoso- volví a interrumpir
Pero volviendo al Hotel de Los Baños, en su extremo Norte hacia el canal, disponía de una glorieta, y frente a la Plaza Flores un largo pasillo servía de comedor.




De él se pasaba directamente a las dos salas donde se tomaban los baños. Uno para damas y otro para caballeros. Sería difícil imaginar cómo eran aquellos sitios destinados a cumplir el rito; baños de mar cumplidos generalmente no por placer sino por prescripción facultativa. Inmensas salas techadas que pasado el umbral se abrían en balcón periférico, y abajo como piso la propia orilla de mar; con arena, piedras, olas y cuanto éstas arrastraban.
A la vista no faltaban erizos, repugnantes gusanos y cucarachas de mar. También el decorado era completado con las ratas y ratones, corriendo de un lado a otro para aterrar más a las féminas sometidas a la tortura de los baños de mar. En los espacios techados donde no entraba el sol broncearse era imposible, y también impensable para toda persona que se tuviese en estima. Nadie admitiría como hoy, que bronceando la piel se resalta la belleza. Aquello de "ennegrecerse" no era de la estética entonces un valor.
En las salas de baño no había otro paisaje que los coros de bañistas con los trajes de la época, que hoy llaman a risa. Vestidas las damas con aquellas balólas de cuero y mangas largas con puños; que una vez mojadas adherían al cuerpo con falta flagrante al pudor. Los caballeros por su parte lucían aquellos trajes de una sola pieza y rayas transversales, recordando el uniforme de los presos del castillo. A falta de él un pantalón viejo, o simplemente la propia ropa interior: calzoncillos de "cabuyita" y camiseta de manga larga, cuello redondo y línea de botoncillos cerrados adelante. ¡Una estampa!
De la sección de damas salían gritos. No por temor a las olas, que bañaban a la cliente sentada en la arena, mientras dos compañeras sujetaban en turno de las manos, temiendo ser llevadas por el mar.
Desde el comedor a mediodía, que era la hora para los baños más recomendada, se oía la agitación de las bañistas. Los comensales correctamente sentados a las respectivas mesas esperaban ver salir las damas, con el atuendo propio de la circunstancia; que por lo general ofrecía a la vista, e! celaje de una blanca pantorrilla. ¡Oh escándalo! Pecado que llevar a cuenta el Jueves Santo, para cumplir con la piadosa obligación, de pedir perdón por los pecados cometidos.
Los bañistas, generalmente foráneos y no familiarizados, cumplían la prescripción de los baños con entereza y valentía. Se sostenían mutuamente con el pensamiento fijo en que una "Tintorera" podía llevarlos a los reinos de Neptuno para siempre. Aquello tenía pues algo de aventura, casi de proeza.
Impresionante en el Hotel los ejércitos de cangrejos. Aquellos llamados moros. Un caricaturista de la época hizo un cartón mostrando uno, llevándose el botín de orejitas del apacible huésped, que dormía protegido por el obligado mosquitero.
Vecino a la Plaza Flores y cercano a los muelles, el Hotel de "Los Baños" tenía el privilegio de la mejor clientela. El sitio de encuentro más recomendado. En los carnavales punto de partida de las carrozas con las damas más hermosas en disfraces elegantes. Pero tenía también su acento duro, el sitio de llegada y residencia provisional de los funcionarios del Gobierno."

-Pronto será demolido, eso ha salido hoy en prensa, en el periódico, aunque el dueño del mismo no ha recibido información oficial, es parte de un proyecto del Sr Progreso, para ampliar el malecón de la ciudad, un poco la entrada al Puerto y darle, a según, mejor vista.
Nos quedamos en silencio un buen rato, y un polvo entró en mis ojos, restregué los mismos con mis manos y al darme cuenta, ya no estaba el Sr Adolfo Aristeguieta Gramcko… estaba solo, en la misma banca, pensando en el Hotel de Los baños y lo que tenía enfrente. No valió la pena tal demolición. Ójala algún día se haga una estructura simbólica, cultural, turística, hermosa, que nos recuerde siempre el famoso HOTEL LOS BAÑOS.

Tomado del Libro Hadas Brujas y Duendes de Puerto Cabello, propiedad intelectual de Adolfo Aristeguieta Gramcko

PD: lo que se encuentra en letra cursiva, es agregado al texto por parte de Guido Libetti/2016

Fotos cortesía del Album de Don Tomás Andara (Facebook)



5 comentarios:

  1. Que bonita historia! Cuando llegué a Puerto Cabello por el año 72, aún existía el Hotel Los Baños, pero no estaba en uso. Su jardin de afuera siempre me gustó mucho. Nunca entré, pues allí, al parecer solo entraba la gente autorizada, además ya casi era la fecha de su demolición, como de todo lo que en esa área hasta casi el centro de Puerto Cabello fue demolido. Cuanta historia escondida en esa construcción que "El Progreso" se llevó. Que lástima que hasta ahora solo existan ciertas fotos y ciertos comentarios. Ojalá se logre esa estructura simbólica para que propios y extraños podamos ser copartícpes de lo que aconteció en ese lugar de Puerto Cabello. Saludos y respetos!

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    1. Gracias por su comentario. Ojala podamos disfrutar algún día de una obra representativa del Hotel de Los Baños....

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  2. Q gratos recuerdos de mi Puerto Cabello de aquellos años de mi niñez q lamentable hoy dia lo q existe es una gran placa de concreto porq ya ni arboles tiene. Pobre de mi Puerto Cabello era preferible q se hubiese quedado como en aquellos años y no en lo q lo convirtieron hoy Saludos y gracias por tan hermoso recuerdo!!

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  3. Hermoso el Hotel de Los Baños. Llegué a conocer el Club Recreo, llegue a disfrutar de la piscina natural donde compartíamos con erizos de mar. Disfruté de las instalaciones de la Escuela de Música Augusto Brandt pues era estudiante de Piano. Visitaba frecuentemente con mi madre el viejo Mercado Municipal, fue una lástima la demolición de esas estructuras hoy sería nuestro orgullo porteño.
    Tengo y hermosos recuerdos.

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