Un día de Enero
caminaba, como de costumbre, por el malecón de Puerto Cabello, ahorita es un
gran planchón de cemento, con la Fuente de la Sirena en algún punto, y en otro
punto el Monumento a la descentralización, unos postes e iluminación y unos
bancos. El extremo de un paisaje de estilo minimalista, por definirlo de alguna
manera. No queda de otra que mirar más al mar, el horizonte, el ocaso. Estaba
mirando la entrada al Puerto de Puerto Cabello y recordaba que alguna vez
existió allí el Famoso Hotel los Baños, que justamente, en un mes de enero se
daba la noticia, en los inicios de la década de los 70 del siglo pasado, de la
próxima demolición del Hotel de Los Baños.
En un giro de la historia me encuentro enfrente del Hotel de
Los Baños, la gente aún no sale del
asombro de la noticia dada en un periódico local, próximamente demolerán el
Hotel los Baños, y expresaban múltiples opiniones, desde punto de vista
diversos : políticos, culturales, históricos, progresistas, entre otros, pero
todos estaban asombrados. Di un brinco a la plaza Flores y comencé a indagar
internamente: ¿Qué historias tendrá este famoso Hotel de Los baños?, de
repente, alguien se me acerca y me dice
-¿Quiere que le cuente algo del Hotel de Los Baños?
-¡Susto!, ¿De dónde salió usted?, ¿Cómo sabe lo que estoy
pensando?
- No lo sé, lo deduzco, por su cara. Soy Adolfo Aristeguieta
Gramcko, después me presentaré mejor, pero tengo una historia que contar del
Famoso Hotel de los Baños.
-Bueno cuénteme, mi nombre no importa, soy un porteño que
escucha, sentémonos eso sí en unas de estas bancas.
- Dentro de la gama de Hoteles que ha tenido la Ciudad de
Puerto Cabello “el Hotel de Los Baños
merece comentario especial. Por estar frente al mar y la Plaza Flores, con sus
barcos y brisa de palmeras, chocolates Nestlé, galletitas Nabisco, Kola
Bernotti y alguno que otro helado de Fresa. El olor a su entrada era el típico
de una botillería catalana de alto rango por el bouquet de sus licores.
- Que estilacho, que fashión, que éxito, como diríamos ahora-
interrumpí
Fue construido sobre las bases de lo que había sido una
fortaleza hispana llamada El Corito, que situada en oposición al castillo de
San Felipe defendía bien la entrada al puerto de barcos invasores. De allí
partía extensa línea costera bien artillada, conocida como La Muralla, y
terminando en el fortín de La Princesa, extremo Oeste del canal entre Puente
Dentro y Fuera.
-Histórico, desde sus bases e inicios, que hermoso- volví a
interrumpir
Pero volviendo al Hotel de Los Baños, en su extremo Norte
hacia el canal, disponía de una glorieta, y frente a la Plaza Flores un largo
pasillo servía de comedor.
De él se pasaba directamente a las dos salas donde se
tomaban los baños. Uno para damas y otro para caballeros. Sería difícil
imaginar cómo eran aquellos sitios destinados a cumplir el rito; baños de mar
cumplidos generalmente no por placer sino por prescripción facultativa. Inmensas
salas techadas que pasado el umbral se abrían en balcón periférico, y abajo
como piso la propia orilla de mar; con arena, piedras, olas y cuanto éstas
arrastraban.
A la vista no faltaban erizos, repugnantes gusanos y
cucarachas de mar. También el decorado era completado con las ratas y ratones,
corriendo de un lado a otro para aterrar más a las féminas sometidas a la tortura
de los baños de mar. En los espacios techados donde no entraba el sol
broncearse era imposible, y también impensable para toda persona que se tuviese
en estima. Nadie admitiría como hoy, que bronceando la piel se resalta la
belleza. Aquello de "ennegrecerse" no era de la estética entonces un
valor.
En las salas de baño no había otro paisaje que los coros de
bañistas con los trajes de la época, que hoy llaman a risa. Vestidas las damas
con aquellas balólas de cuero y mangas largas con puños; que una vez mojadas
adherían al cuerpo con falta flagrante al pudor. Los caballeros por su parte
lucían aquellos trajes de una sola pieza y rayas transversales, recordando el
uniforme de los presos del castillo. A falta de él un pantalón viejo, o
simplemente la propia ropa interior: calzoncillos de "cabuyita" y
camiseta de manga larga, cuello redondo y línea de botoncillos cerrados
adelante. ¡Una estampa!
De la sección de damas salían gritos. No por temor a las
olas, que bañaban a la cliente sentada en la arena, mientras dos compañeras
sujetaban en turno de las manos, temiendo ser llevadas por el mar.
Desde el comedor a mediodía, que era la hora para los baños
más recomendada, se oía la agitación de las bañistas. Los comensales
correctamente sentados a las respectivas mesas esperaban ver salir las damas,
con el atuendo propio de la circunstancia; que por lo general ofrecía a la
vista, e! celaje de una blanca pantorrilla. ¡Oh escándalo! Pecado que llevar a
cuenta el Jueves Santo, para cumplir con la piadosa obligación, de pedir perdón
por los pecados cometidos.
Los bañistas, generalmente foráneos y no familiarizados,
cumplían la prescripción de los baños con entereza y valentía. Se sostenían
mutuamente con el pensamiento fijo en que una "Tintorera" podía
llevarlos a los reinos de Neptuno para siempre. Aquello tenía pues algo de
aventura, casi de proeza.
Impresionante en el Hotel los ejércitos de cangrejos.
Aquellos llamados moros. Un caricaturista de la época hizo un cartón mostrando
uno, llevándose el botín de orejitas del apacible huésped, que dormía protegido
por el obligado mosquitero.
Vecino a la Plaza Flores y cercano a los muelles, el Hotel
de "Los Baños" tenía el privilegio de la mejor clientela. El sitio de
encuentro más recomendado. En los carnavales punto de partida de las carrozas
con las damas más hermosas en disfraces elegantes. Pero tenía también su acento
duro, el sitio de llegada y residencia provisional de los funcionarios del
Gobierno."
-Pronto será demolido, eso ha salido hoy en prensa, en el periódico, aunque el dueño del mismo no ha recibido información oficial, es parte de un proyecto del Sr Progreso, para ampliar el malecón de la ciudad, un poco la entrada al Puerto y darle, a según, mejor vista.
Nos quedamos en silencio un buen rato, y un polvo entró en
mis ojos, restregué los mismos con mis manos y al darme cuenta, ya no estaba el
Sr Adolfo Aristeguieta Gramcko… estaba solo, en la misma banca, pensando en el
Hotel de Los baños y lo que tenía enfrente. No valió la pena tal demolición.
Ójala algún día se haga una estructura simbólica, cultural, turística, hermosa,
que nos recuerde siempre el famoso HOTEL LOS BAÑOS.
Tomado del Libro
Hadas Brujas y Duendes de Puerto Cabello, propiedad intelectual de Adolfo
Aristeguieta Gramcko
PD: lo que se encuentra en letra cursiva, es agregado al texto por parte de Guido Libetti/2016
Fotos cortesía del Album de Don Tomás Andara (Facebook)
PD: lo que se encuentra en letra cursiva, es agregado al texto por parte de Guido Libetti/2016
Fotos cortesía del Album de Don Tomás Andara (Facebook)
Que bonita historia! Cuando llegué a Puerto Cabello por el año 72, aún existía el Hotel Los Baños, pero no estaba en uso. Su jardin de afuera siempre me gustó mucho. Nunca entré, pues allí, al parecer solo entraba la gente autorizada, además ya casi era la fecha de su demolición, como de todo lo que en esa área hasta casi el centro de Puerto Cabello fue demolido. Cuanta historia escondida en esa construcción que "El Progreso" se llevó. Que lástima que hasta ahora solo existan ciertas fotos y ciertos comentarios. Ojalá se logre esa estructura simbólica para que propios y extraños podamos ser copartícpes de lo que aconteció en ese lugar de Puerto Cabello. Saludos y respetos!
ResponderEliminarGracias por su comentario. Ojala podamos disfrutar algún día de una obra representativa del Hotel de Los Baños....
EliminarGracias
ResponderEliminarQ gratos recuerdos de mi Puerto Cabello de aquellos años de mi niñez q lamentable hoy dia lo q existe es una gran placa de concreto porq ya ni arboles tiene. Pobre de mi Puerto Cabello era preferible q se hubiese quedado como en aquellos años y no en lo q lo convirtieron hoy Saludos y gracias por tan hermoso recuerdo!!
ResponderEliminarHermoso el Hotel de Los Baños. Llegué a conocer el Club Recreo, llegue a disfrutar de la piscina natural donde compartíamos con erizos de mar. Disfruté de las instalaciones de la Escuela de Música Augusto Brandt pues era estudiante de Piano. Visitaba frecuentemente con mi madre el viejo Mercado Municipal, fue una lástima la demolición de esas estructuras hoy sería nuestro orgullo porteño.
ResponderEliminarTengo y hermosos recuerdos.