Aprovechando la soledad de las noches oscuras en Barlovento, cuando el calor apretaba con mayor intensidad haciéndonos añorar los atardeceres disfrutados a orillas del Páparo, del Tuy, del Río Chico o El Guapo, desnudaba con curiosa impertinencia el abismo de recuerdos agolpados en la mente de Alberto Ravell.
¿Qué opinas de la llamada Generación del 28...? ¿Son héroes o fanfarrones...?
No pertenezco a esa generación:
En la prisión era mucho más viejo que aquellos muchachos con boinas, que un día despertaron el silencio de mi calabozo con sus gritos. Yo pertenezco a una generación que no tuvo reina ni tuvo Universidad. Mientras ranas y lechuzas orquestaban su concierto nocturno, las estrellas guiñaban coquetas como animándome a bucear en lo más profundo del espíritu inquieto de mi ilustre compañero.
— ¿Y tu pasión revolucionaria, acaso no tuvo sus raíces en las inquietudes de la juventud universitaria? — Nada de eso, respondió dando un salto desde el chinchorro; inicié mis luchas con los hombres oscuros que fundamos un día la Asociación de Empleados de Puerto Cabello.
Luego con su palabra franca, divorciada de frases rebuscadas, dijo que había transitado por el camino de los muchachos alborotados que con él conocieron los calabozos de la "Corrección" y estuvo ligado a los conspiradores generales y hombres delpueblo que le ayudaron a soportar hambre y vejamen en las bóvedas del castillo mal llamado Libertador.
Cuando los muchachos del año 28, expresó con profunda emoción, se asomaron con sus boinas por los "buzones" del Rastrillo, ya era un señor de barbas rojas que mordisqueaba su plátano verde, cuyas conchas devolvía a Camero para alimentar sus cerdos; comía las tapiramas saboreando su "guayoyo" y arrastraba con dificultad los pesados grillos que los esbirros le colocaron con paciente sadismo, años atrás cuando lo enterraron en el círculo de piedras.
Alejado de su corazón todo vestigio de rencor, señaló que para esa época él era un humilde personaje abandonado por la voluntad omnímoda del General Gómez en el calabozo 25, que fue sepulcro de vivos durante largos años. Cuando las puertas de las cárceles se abrieron el año 27 para todos los políticos venezolanos, siguió siendo el preso único en compañía de Oreamuno Berrocal, el mejicano loco, Pedro Antonio Pina y un antiguo revolucionario trujillano de apellido Cañizales.
Cuando la media noche golpeaba nuestro sueño, reveló que fueron los estudiantes los que en su calabozo de Puerto Cabello, le llevaron el viento fresco de la calle, además de la palabra ardida de los hombres libres que le confortaron su soledad.
"Sí, afirmó, viví con los jóvenes del 28 los días amargos de su pena, fui consecuente con sus luchas y me puse a tono con sus años". De una vieja franela de color azul, recortó el símbolo de la boina prisionera y cantó cantos de esperanzas y de patria libre, junto al estruendo de un mar que no conocían, bajo un trazo de cielo que no era libre y entre un rumor de blasfemias, de egoísmo y de cadenas.
Entre bostezos anunciando el final de la jornada, me dijo para calmar la curiosidad que mantenía por conocer esta historia: "cuando los estudiantes salieron en libertad rumbo a la vida, seguí solo, prisionero, aferrado a una esperanza que llegó por un golpe del destino años más tarde".
Sería la muerte de Juan Vicente Gómez lo que permitió que recobrará su libertad junto con otros hombres que agonizaban en el cascarón de piedras. En el muelle de la Planchita, cerca del desaparecido Hotel de los Baños, centenares de pañuelos blancos que enjugaron lágrimas de madres, esposas, hijos y amigos, le dieron la bienvenida.
Tomado del libro dialogos con los muros, de don Miguel Elias Dao....
EL POETA ANDRES ELOY BLANCO, Después del golpe del 7 de abril de 1928 es hecho prisionero nuevamente en La Rotunda, trasladado más tarde al Castillo Libertador de Puerto Cabello y finalmente confinado en Timotes y luego en Valera, incluso en el castillo de San Felipe, escribe su libro BARCO DE PIEDRAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario