Estaba mirando hacia el manglar al Este. La última: vez que lo vi estaba cerrado
y en ruinas. Recordé cuántas veces los porteños habían tenido allí gratos
momentos. Vi la ventanilla de la taquilla y recordé la faz inolvidable de querido
porteño que por años la atendía, me refiero a Carlos Martell.
y en ruinas. Recordé cuántas veces los porteños habían tenido allí gratos
momentos. Vi la ventanilla de la taquilla y recordé la faz inolvidable de querido
porteño que por años la atendía, me refiero a Carlos Martell.
Imaginariamente recorría el interior. Entré en la casilla de los proyectores y sus
lámparas de arco, su luz intensa, suficiente para proyectar en la pantalla las
inmensas imágenes
.
lámparas de arco, su luz intensa, suficiente para proyectar en la pantalla las
inmensas imágenes
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Recordé el rostro siempre sonriente de Luis Eduardo, el operador de aquellas
cámaras Zeiss; con su mano franca tendida en invariable gesto de singular
bonhomía. ¿Qué se haría Luis Eduardo?
cámaras Zeiss; con su mano franca tendida en invariable gesto de singular
bonhomía. ¿Qué se haría Luis Eduardo?
En aquella visita imaginaria por las ruinas del Cine General Salom salió también
a mi memoria el coronel Lugo. Aquel personajeque parecía, al verlo, había
servido de modelo de afiche de un analgésico de moda llamado Veramont: Un
calvo con la cabeza llena de clavos y hasta un sacacorchos penetrando en
vueltas de tornillo el cuero cabelludo
.
a mi memoria el coronel Lugo. Aquel personajeque parecía, al verlo, había
servido de modelo de afiche de un analgésico de moda llamado Veramont: Un
calvo con la cabeza llena de clavos y hasta un sacacorchos penetrando en
vueltas de tornillo el cuero cabelludo
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Siempre de dril color crudo, con chaleco dejando de ver deslumbrante leontina.
En la mano un bastón negro brillante rematado en puño de oro
.
En la mano un bastón negro brillante rematado en puño de oro
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Pero... en el centro de todo, siempre como llenando aquel inmenso espacio
abierto al aire del mar, la figura legendaria del general Briceño, el dueño. Alto,
elegante, con sus bigotes torcidos como el Kaiser, pero bellamente blancos.
Cuello de celuloide y corbata siempre de atractivos colores. Erguido su porte,
de aspecto y modales de aristócrata, el general tenía siempre un saludo
amable, solemne, señorial. En las mañanas visitaba los muelles; frecuente
verlo en la tertulia de porteños abriendo el día en La Marina. Allí pasaba buen
rato sentado en la popular silla coriana reclinada contra la salitrosa pared.
Informábase de cuanto ocurría atusando una y otra vez su elegante bigote y
chasqueando el aire entre los dientes como era en él característico. Era
ciertamente del Puerto un personaje
.
abierto al aire del mar, la figura legendaria del general Briceño, el dueño. Alto,
elegante, con sus bigotes torcidos como el Kaiser, pero bellamente blancos.
Cuello de celuloide y corbata siempre de atractivos colores. Erguido su porte,
de aspecto y modales de aristócrata, el general tenía siempre un saludo
amable, solemne, señorial. En las mañanas visitaba los muelles; frecuente
verlo en la tertulia de porteños abriendo el día en La Marina. Allí pasaba buen
rato sentado en la popular silla coriana reclinada contra la salitrosa pared.
Informábase de cuanto ocurría atusando una y otra vez su elegante bigote y
chasqueando el aire entre los dientes como era en él característico. Era
ciertamente del Puerto un personaje
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Pasaba el día en su oficina trabajando. Allí recibía visitas. En las noches como el
negocio era de familia, desde buen rato antes de la función él y las hijas se
dirigían al lugar de trabajo. Allí permanecían hasta después de la segunda y
última función.
negocio era de familia, desde buen rato antes de la función él y las hijas se
dirigían al lugar de trabajo. Allí permanecían hasta después de la segunda y
última función.
El General tenía muchos amigos; era muy respetado; también se lo conocía por
sus salidas originales y cortantes. Cuentan que una vez se presentaba en
el cine un distinguido caballero, que temporalmente habitó en el Puerto. Era
alto, de tez muy roja, cabellos negros abundantes peinados hacia atrás.
Ampuloso de modales y gallardo en movimientos, al poco tiempo recibió de los
porteños, que para eso eran hábiles a cual más, el apodo de "Colegallo".
sus salidas originales y cortantes. Cuentan que una vez se presentaba en
el cine un distinguido caballero, que temporalmente habitó en el Puerto. Era
alto, de tez muy roja, cabellos negros abundantes peinados hacia atrás.
Ampuloso de modales y gallardo en movimientos, al poco tiempo recibió de los
porteños, que para eso eran hábiles a cual más, el apodo de "Colegallo".
El buen señor iba religiosamente al cine, en el Puerto en las .noches había poco
más qué hacer. Se acomodaba en su silla en el Patio, y luego de empezada la
función, valiéndose de la oscuridad, acomodaba la silla que le quedaba a un lado
y luego la del otro apoyando en ellas sus brazos. Como si fuera poco, rato más
tarde hacía girar la que quedaba enfrente y ponía en ella los pies, total: con un
solo boleto el buen señor ocupaba cuatro asientos, dispuestos a como le viniera
en gana para más comodidad. Como la costumbre se hizo hábito, la queja le
fue puesta al General. -¡Aja! dijo al escucharla. Cuando venga avíseme esta
noche.
más qué hacer. Se acomodaba en su silla en el Patio, y luego de empezada la
función, valiéndose de la oscuridad, acomodaba la silla que le quedaba a un lado
y luego la del otro apoyando en ellas sus brazos. Como si fuera poco, rato más
tarde hacía girar la que quedaba enfrente y ponía en ella los pies, total: con un
solo boleto el buen señor ocupaba cuatro asientos, dispuestos a como le viniera
en gana para más comodidad. Como la costumbre se hizo hábito, la queja le
fue puesta al General. -¡Aja! dijo al escucharla. Cuando venga avíseme esta
noche.
Efectivamente, en la noche apenas entró al cine el buen señor, el General fue
advertido y le presentaron al cliente. Mirándolo frente a frente le preguntó:
advertido y le presentaron al cliente. Mirándolo frente a frente le preguntó:
-¿Ud, y que es el señor Colegallo? Sorprendido, el usuario contestó: -Sí... mi
General, así me llaman mis amigos por cariño.
General, así me llaman mis amigos por cariño.
A lo que respondió con voz terminante y rotunda, dirigiéndose al empleado
apodado el Cuneno: -"¡Cuneno! Búsquele una silla al señor Cola'e Gallo pa'que
ponga su cola"
.
apodado el Cuneno: -"¡Cuneno! Búsquele una silla al señor Cola'e Gallo pa'que
ponga su cola"
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Y hasta esa noche duró la costumbre del cómodo cliente de disponer tantas
sillas para el soporte de su augusta persona
.
sillas para el soporte de su augusta persona
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Volviendo con el cine, el Patio era el sitio más fresco y agradable, pero había
quien prefería pagar más para ir a Palco, espacio techado y protegido de
eventuales lluvias. Un retrato iluminado del General Salom lucía egregio en la
pared Norte de la sala.
quien prefería pagar más para ir a Palco, espacio techado y protegido de
eventuales lluvias. Un retrato iluminado del General Salom lucía egregio en la
pared Norte de la sala.
El precio de un asiento era dos bolívares, sillas de hierro y tablas du rísimas, ten
ían el privilegio de ofrecer al cliente la discutible comodidad para los brazos de
un duro apoyadero
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ían el privilegio de ofrecer al cliente la discutible comodidad para los brazos de
un duro apoyadero
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Adelante del Patio y al mismo nivel, pero más cerca de la pantalla, estaba la
zona de los asientos más baratos, su precio Bs. 0,50. ¡Un real! Y el nombre de
ese sector se llamaba: General Salom, sin que ello tuviera relación alguna con
el dueño, pero todo el mundo lo conocía como el "Gallinero".
zona de los asientos más baratos, su precio Bs. 0,50. ¡Un real! Y el nombre de
ese sector se llamaba: General Salom, sin que ello tuviera relación alguna con
el dueño, pero todo el mundo lo conocía como el "Gallinero".
Allí en vez de asientos había bancos y el duro suelo, según prefiriera el cliente.
También se podía ver la película de pie, y los rincones angulares del amplio
espacio bajo las estrellas del cielo del Puerto, servían para inconfesables usos
que aspirara taJ nombre
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También se podía ver la película de pie, y los rincones angulares del amplio
espacio bajo las estrellas del cielo del Puerto, servían para inconfesables usos
que aspirara taJ nombre
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Dos funciones ofrecía el Cine General Salom: La primera la preferida por las
familias y personas de respeto. La más concurrida también. Cuando terminaba
la función, a la calle salía un río de gente. Era el momento en que en las aceras
avivaban sus fuegos las bandejas de fritanga. Las matronas curazoleñas
sentadas como en Willeminaplain, esperaban a sus clientes. Empanadas,
pastelitos, torrejas, arepitas; todo era ofrecido para que nadie fuera con
hambre a la cama. No faltaba el vendedor de "raspados" y el heladero, que
ofrecían los últimos productos que no había derretido el sol del Puerto.
familias y personas de respeto. La más concurrida también. Cuando terminaba
la función, a la calle salía un río de gente. Era el momento en que en las aceras
avivaban sus fuegos las bandejas de fritanga. Las matronas curazoleñas
sentadas como en Willeminaplain, esperaban a sus clientes. Empanadas,
pastelitos, torrejas, arepitas; todo era ofrecido para que nadie fuera con
hambre a la cama. No faltaba el vendedor de "raspados" y el heladero, que
ofrecían los últimos productos que no había derretido el sol del Puerto.
Aquella marejada de gentes que iban y venían. Los apuros del taquillera para
proveer de los últimos boletos. El ruido de los parlantes que irrumpía a toda
voz hacia la calle, anunciando el fin y comienzode la próxima función, era cada
noche un momento cúspide del acontecer porteño
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proveer de los últimos boletos. El ruido de los parlantes que irrumpía a toda
voz hacia la calle, anunciando el fin y comienzode la próxima función, era cada
noche un momento cúspide del acontecer porteño
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Pero si por algo es memorable el Cine General Salom fue porque en él se hizo
la presentación en 1937 de la primera película hablada en español que vieron
los porteños. Su título "Allá en el Rancho Grande", con Tito Quizar. En aquella
época el porcentaje de la población analfabeta era muy alto. Las películas en
inglés con títulos no eran entendidas por la mayoría. De manera que cuando
por primera vez las clases más humildes pudieron ver en la pantalla
a personajes que hablaban en el propio idioma, aquello constituyó un
acontecimiento de tal magnitud que llegó a los límites de lo inimaginable
.
la presentación en 1937 de la primera película hablada en español que vieron
los porteños. Su título "Allá en el Rancho Grande", con Tito Quizar. En aquella
época el porcentaje de la población analfabeta era muy alto. Las películas en
inglés con títulos no eran entendidas por la mayoría. De manera que cuando
por primera vez las clases más humildes pudieron ver en la pantalla
a personajes que hablaban en el propio idioma, aquello constituyó un
acontecimiento de tal magnitud que llegó a los límites de lo inimaginable
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"Allá en el Rancho Grande" fue proyectada noche tras noche con el más grande
éxito. Venían de los campos, Patanemo,Borburata, San Esteban, Goaigoaza,
más alláde El Palito, Morón y Drama camiones llenos para ver la película
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éxito. Venían de los campos, Patanemo,Borburata, San Esteban, Goaigoaza,
más alláde El Palito, Morón y Drama camiones llenos para ver la película
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En el carnaval siguiente el disfraz de Ranchera, de "Charro" y la aceptación del
baile "Jarabe Tapatío", con pisotones en el ala ancha del sombrero mexicano en
tierra, se lo quiso ver como variedad de baile propio
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baile "Jarabe Tapatío", con pisotones en el ala ancha del sombrero mexicano en
tierra, se lo quiso ver como variedad de baile propio
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Para los mismos tiempos se inauguraba la Urbanización Valle Seco,
primera obra social del gobierno del General Eleazar López Contreras,
destinada a dar viviendas a los trabajadores portuarios. Desde esa fecha y por
causa de la película, Valle Secocambió su nombre en "Rancho Grande", por
voluntad y decisión popular
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primera obra social del gobierno del General Eleazar López Contreras,
destinada a dar viviendas a los trabajadores portuarios. Desde esa fecha y por
causa de la película, Valle Secocambió su nombre en "Rancho Grande", por
voluntad y decisión popular
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Así el cine mexicano entró al Puerto, por la puerta ancha y popular
del Cine General Bartolomé Salom
Tomado del Libro Hadas Brujas y Duendes de Puerto
Cabello, propiedad intelectual de Adolfo Aristeguieta
Gramcko
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del Cine General Bartolomé Salom
Tomado del Libro Hadas Brujas y Duendes de Puerto
Cabello, propiedad intelectual de Adolfo Aristeguieta
Gramcko
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