lunes, 13 de abril de 2020

Mira una mata de cayena.

Mira una mata de cayena.


   Hoy en mi ventana he visto que mi planta de cayena ya está en flor. Hace unos meses que la compré y estaba florida, llegó el invierno, quedo sólo en su verdor y hoy ha vuelto a florecer. Es domingo de Pascua del año 2020. Y la naturaleza habla, sonríe y regala toda su belleza.
       
   Tengo mucho tiempo que no escribo, por falta de tiempo, por muchas ocupaciones, trabajo y porque sencillamente me he distraído viendo simplemente otras redes sociales. Hoy en día es diferente, tengo tiempo, no estoy trabajando, vivimos una cuarentena en casa por el virus que se originó en China, que hoy es pandemia y que ha ocasionado muchos muertos, contagiados y demás.

   Pero hoy al ver mi cayena en flor, he recordado muchas etapas de mi vida ligadas a esta planta hermosa, desde mi infancia, mi casa, hasta nuestras plazas públicas, el malecón y otros espacios donde el arbusto de cayena era la predilecta para el ornato local.

     Era común ver, que donde faltaba una cerca de metal, una pared para dividir, un seto para separar, allí estaban las cayenas. Un arbusto con tronco rígido por decir de su dureza, pero que se dejaba modelar en algunas formas geométricas y podíamos controlar su altura. Mi Padre, era un jardinero empírico que sabía algo del tiempo de cortarlas, de hacer las podas en su fase lunar o solar, tomaba las estacas y las hacía multiplicar e incluso algunas veces injertaba una dentro de otra, obteniendo una nueva flor de cayena. Nosotros sólo le veíamos y disfrutábamos luego de su trabajo viendo las jardineras de casa llenas de cayenas en flor, todo un espectáculo.

     Las plazas de mi ciudad estaban llenas de cayenas; de las que recuerdo con claridad, la plazoleta del águila, o la misma ubicada frente a nuestra casa Guipuzcoana. Nuestra Plaza Bolívar, mucho antes y en el mismo tiempo de su renovación y después de ser invadida por plantas de fiscus. El malecón de Puerto Cabello en mi infancia y parte de mi juventud, tuvo grandes jardineras con cayenas y además las famosas trinitarias, la plaza Barquisimeto y la Plaza de rancho grande frente a la Iglesia la Coromoto, entre muchos espacios que estuvieron llenos de arbustos de cayenas. Igualmente no había casa en nuestra ciudad donde en su jardín no estuviera sembrada una de ellas.

    Muchas veces la flor de cayena sustituyó, cuando no se podía comprar, a las rosas y claveles. Era la típica flor que le colocamos por años a la Virgen María en el mes de mayo.  Era la flor predilecta para decorar y hacer fotografías referidas a comidas autóctonas de nuestra ciudad o país. Cuando una reina de belleza local o nacional quería verse más unida a lo popular y cotidiano, un arreglo en el cabello con algunas cayenas les hacía lucir hermosas. 
     
    La belleza, la nobleza y la variedad de colores de la cayena la hacían propicia para muchas ocasiones. Habían cayenas mucho más grande y con doble pétalos, también de esas teníamos en casa, a veces a la que era muy doble, cargada de muchos pétalos, le nombramos la flor de la reina y de esas también había un montón de colores y variedad. Disfrutamos mucho, de niño, jugar con estas flores, sobre todo cuando arrancábamos la flor y por debajo de la misma sacábamos un parte de ella que nos las colocábamos de adorno en la nariz, como pinochos, todo el día estábamos con esta extensión de nuestra nariz. Que hermoso tiempo, reíamos, hacíamos teatro y todo con la imaginación activada por esta flor de cayena.

     Seguro que tengo más recuerdos asociados a esta planta y que vendrán a mi memoria a su tiempo, por ahora, creo que es suficiente y me alegra escribir algo siempre esta allí, deambulando en mis recuerdos. Hoy día no estoy en mi país, no estoy en la ciudad donde nací, mi Puerto Cabello, no estoy en mi casa materna, no estoy en el patio de mi casa, ni en las plazas de mi ciudad, pero el hecho de tener cerca un plata de Cayena, los acerca a todos a mi. Aquí, en este país donde vivo hoy día, esta es un planta exótica y algo costosa comparada con las demás. Al verla en la floristería, me llegaron todos los recuerdos y sin dudar la compré. Estamos en Primavera 2020 y mi arbusto de cayena esta en flor.



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